Hidratación cutánea

Una alimentación rica en frutas y verduras, así como el uso de productos hidratantes y nutritivos son las mejores acciones que puedes emprender para mantener tu piel sana y bella.

La hidratación es un factor esencial en el mantenimiento de la juventud y la vitalidad de la piel en cualquier época y edad. La presencia de agua en la dermis y la epidermis da elasticidad a la piel (previniendo la aparición de arrugas), y le otorga un aspecto joven y resplandeciente. Cuando la capa córnea tiene un grado de hidratación inferior al 10% aparecen los primeros síntomas de deshidratación. Una piel deshidratada presenta sensación de

mujer joven salpicando su cara con agua

La piel hidratada es turgente, luminosa, fresca, de aspecto saludable

tirantez y aspecto opaco y deslucido. La piel es especialmente susceptible a las agresiones externas, es común que la epidermis sufra con facilidad estados de deshidratación en su estrato córneo. Además, sucede que con la edad el metabolismo celular se enlentece, produce menos sebo y agua y entonces el contenido hídrico disminuye. Sin embargo, ésto no significa que las pieles jóvenes no sufran deshidratación. Existen muchos factores que reducen la capacidad de la piel de retener agua: cambios climáticos, radiaciones UV, higiene excesiva, cosméticos inadecuados, ciertos medicamentos…

El adecuado consumo de agua previene la deshidratación del organismo, limpia el cuerpo y ayuda en los procesos de curación. Los especialistas recomiendan beber de un litro y medio a dos de agua, diariamente. Un cálculo aproximado puede ser 30 ml por kilo de peso. De todos modos, la cantidad de agua a beber dependerá del tipo de alimentación que lleves, del ejercicio físico que hagas y del clima. Los zumos de frutas recién exprimidas son excelentes no sólo por aportar agua sino para abastecer de nutrientes a las células. Ten en cuenta también, que el consumo de alcohol y tabaco, la sobreexposición solar, una alimentación desbalanceada y exponerse por largos períodos a ambientes demasiado fríos o calientes son más factores que conducen a la pérdida de humedad.

Hidratar la piel de todo el cuerpo ayuda a mantener en buen estado el manto hidrolipídico (emulsión formada por el sebo, el agua y ciertos emulgentes sobre la superficie cutánea), que actúa como barrera protectora contra las agresiones externas. Los productos cosméticos hidratantes, aplicados diariamente, aportan a la piel la dosis necesaria para mantener su humedad mejorando su textura, turgencia y lozanía. La piel de la cara, por estar expuesta es susceptible a perder humedad, pero recuerda que el resto del cuerpo también recibe agresiones de componentes químicos como jabones y geles que favorecen la deshidratación del estrato córneo. En casa, para cuidar tu piel puedes aplicar el hidratante en tu cara una o dos veces al día (mañana y noche), después de la higiene y antes del maquillaje. Si tu piel está muy deshidratada puede que necesites una aplicación más a mitad del día. Para humectar el cuerpo el mejor momento es luego del baño. Una manera de potenciar el efecto de los hidratantes es exfoliar la piel dos veces por semana; al remover las células muertas la absorción del producto será mayor. También puedes realizar al menos una vez al mes una hidratación profunda en el gabinete de estética.

La industria cosmética ofrece una amplia gama de humectantes/hidratantes. Los productos humectantes (higroscópicos) actúan regulando el porcentaje de agua ya sea captándola del ambiente o de la propia piel; están los que además tienen agua en su estructura. Los productos hidratantes son oclusivos, su función es retener el agua retrasando su evaporación (no aportan agua). Las formulaciones cosméticas con activos encapsulados en liposomas son ideales para prevenir la pérdida de agua. Muchos estudios demuestran que los liposomas, de por sí, son sistemas capaces de aumentar la hidratación cutánea, ya que su composición está estrechamente relacionada con los lípidos presentes entre los corneocitos. Cuando las formulaciones con liposomas contienen activos como ceramidas y fosfolípidos resultan eficaces para reparar pieles con la barrera lipídica alterada. Si transportan por ejemplo, agua, ácido hialurónico, urea o ácido linoleico funcionan como excelentes hidratantes. El ácido hialurónico (AH) funciona atrayendo moléculas de agua para mantener un nivel óptimo de hidratación  en los tejidos. La molécula de AH posee una alta capacidad de atracción de moléculas de agua y es capaz de expandirse y aguantar compresiones elevadas. Las ceramidas son una clase de lípidos presentes en la capa córnea que mantienen la unión de las células evitando que éstas se descamen, además regulan el intercambio de líquidos entre la piel y el medio externo.

Acudir a la profesional de la estética para valorar el grado de deshidratación de la piel posibilita planificar el tratamiento adecuado para restablecer el grado de humedad y prevenir el envejecimiento causado por el estrés oxidativo y los factores externos. El diagnóstico constará de un examen visual y palpable, y en algunos casos, la profesional utilizará un corneómetro para medir la conductividad de la superficie cutánea y saber así el nivel de hidratación. El tratamiento hidratante apuntará a mejorar la fijación de la molécula de agua al tejido. Utilizando productos y aparatología específicos, es posible regular la hidratación que la piel requiere para funcionar normalmente.

Según tu biotipo cutáneo será la hidratación adecuada. Piel grasa no es sinónimo de hidratada. Muchas veces las pieles con exceso de grasa tienen escasa agua. Lo recomendable en este caso es la aplicación de un producto que absorba el sebo y mantenga la humedad de la piel. La piel seca, si tiene alteradas sus fases acuosa y grasa necesitará activos hidratantes en vehículos cremosos, untuosos.

Recuerda: si tienes más de 35 años (o menos si tu piel está expuesta al fotodaño) el cosmético que uses además de aportar humedad debe incluir antioxidantes que prevengan el envejecimiento cutáneo y estimulen la reparación del tejido.

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