A un mes de la llegada del verano me es imposible no hablar del uso de protección solar y del cáncer de piel, aunque considero que estos temas son para tocar en cualquier momento, ya que el sol está presente (¡menosmal!) los 365 días del año. Además, este blog nace en vísperas estivales. Por ello fue que elegí escribir sobre el cáncer de piel en el artículo presente.
Para empezar les cuento que la epidermis es la capa más externa de nuestra piel y está compuesta principalmente por células llamadas queratinocitos. En su estrato más porfundo se encuentran las células basales (son células madre) que por división celular van ascendiendo y sufriendo transformaciones hasta llegar a la superficie donde descaman. Aquí estaríamos hablando de corneocitos o células escamosas. Los melanocitos también están presentes en la epidermis. Son células encargadas de producir melanina, pigmento natural de la piel (cuando la piel está expuesta al sol, los melanocitos producen más pigmento y en consecuencia la piel se oscurece. El bronceado es la respuesta natural del organismo frente a las radiaciones ultravioletas).
Teniendo presente estos datos paso a hablarte del cáncer de piel. Lo podemos definir como una afección por la cual se forman células malignas en los tejidos de la piel. Tiene su inicio en la epidermis y los hay de diversos tipos. Una primera clasificación sería: cáncer de piel sin melanoma y con melanoma. Los tipos más comunes son los sin melanomas: el carcinoma de células basales y el carcinoma de células escamosas. También existe la queratosis actínica que es un trastorno de la piel que algunas veces se convierte en carcinoma de células escamosas. El melanoma es el otro tipo de cáncer, que es menos frecuente. Se inicia en los melanocitos y es el más agresivo ya que puede diseminarse a otras partes del cuerpo a través de los sistemas linfático y circulatorio.
Nuestra piel, como órgano vivo que es, experimenta cambios constantemente. Es necesario que aprendamos a observarla no sólo para descubrir que tenemos una nueva arruga o un pocito más de celulitis, sino para estar atentos a su salud. Si conoces tu piel te será fácil detectar hasta los cambios más pequeños. Este examen propio no excluye la consulta a un médico dermatólogo para que pueda darte el diagnóstico del estado de tu piel.
¿Qué observar? Por ejemplo tus lunares: si cambian de forma, de tamaño o color. Detecta si tienes alguna mancha nueva: cómo es su relieve o su textura, si sangra, si cicatriza o no. Palpa la piel para conocer su superficie, si ha surgido algún nódulo. Incluye en tu examen los labios, la orejas, los ojos.
Recuerda: no todos los cambios que vemos en la piel son signos de cáncer.
> MÁS INFORMACIÓN:¿Qué son los radicales libres? , ¿Te cuidas del sol? , Instituto Nacional del Cáncer
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