Ultrasonidos – Usos estéticos y terapéuticos

Los ultrasonidos: vibraciones sonoras que producen energía térmica.

Los ultrasonidos son vibraciones mecánicas que se propagan longitudinalmente en un medio elástico. Estas vibraciones sonoras no son audibles para el oído humano. Se utilizan para hacer múltiples tratamientos terapéuticos y estéticos.

Un equipo de ultrasonido tiene un generador de corriente alterna de alta frecuencia conectado a un cristal piezoeléctrico ubicado en el cabezal del manípulo. Emite ondas de sonido longitudinales mayores a 16.000Hz (no audibles por el oído humano) generadas por vibraciones mecánicas en un medio elástico.

Cuando se aplica presión a un elemento piezoeléctrico (una pastilla de cristal de cuarzo o cerámico), éste presenta cargas eléctricas en su superficie producidas por compresiones y dilataciones mecánicas. Este efecto es reversible ya que el cristal se comprime y dilata con la frecuencia con que se invierten los polos. El efecto se presenta en el tejido óseo, fibras de colágeno y proteínas corporales.

Las ondas ultrasónicas penetran en los tejidos de una forma inversamente proporcional a la frecuencia, siendo menor la profundidad alcanzada cuando mayor es la frecuencia. La absorción, refracción, reflexión y dispersión de la onda sónica se deben tener siempre en cuenta. Los tejidos con un alto contenido en agua absorberán mejor las ondas que los tejidos no hidratados.

Los efectos de los ultrasonidos están en relación con el tipo de energía que generan:

Si la emisión es continua produce un efecto térmico. La energía ultrasónica absorbida provoca fricciones entre las moléculas, elevando la temperatura de los tejidos; esto provoca aumento del metabolismo, vasodilatación y cambios en las características del colágeno. El calor se genera principalmente en la zona de interfase de dos tejidos. La interfase más importante es la que se encuentra entre el periostio y la superficie externa del hueso, entre las cuales hay una pequeña capa de aire. Es una zona delicada ya que allí el calor no se disipa con facilidad y se corre el riesgo de quemar el periostio. El efecto térmico favorece la cicatrización, la regeneración celular y la extensibilidad y relajación del tejido. Cuando la emisión es pulsada produce un efecto mecánico al generar sucesivas compresiones y descompresiones realizando un micromasaje celular. Este tipo de energía tiene efectos positivos sobre la inflamación, el dolor y el edema.

Como el sonido precisa siempre de un medio para su transmisión y el aire resulta ser un mal conductor para ello, existen diferentes modalidades de aplicación que facilitan la adecuada transferencia:

Directa: se debe utilizar una sustancia de contacto entre el cabezal y la piel, pudiendo aplicarse un gel, un aceite o una pomada.
Subacuática: permite la aplicación a distancia, es adecuado para tratar zonas irregulares y áreas dolorosas. Se sumerge en el agua la zona corporal a tratar y se sitúa el cabezal dentro del agua a 2 o 3 cm de distancia de la zona diana, manteniéndolo en movimiento.
Mixta: se emplea en regiones cóncavas o que no puedan ser tratadas mediante el método subacuático. Se interpone un globo de látex o plástico lleno de agua desgasificada, que se adapte a la zona. Se coloca gel de contacto entre el cabezal y el globo y entre este y la piel para completar el acoplamiento.

La dosis o energía a aplicar es muy importante ya que determinará el tipo de tratamiento. Se debe tener en cuenta la intensidad de la onda, la superficie de irradiación y el tiempo de irradiación. No es lo mismo irradiar una zona con intensidad baja y un tiempo prolongado que hacerlo a alta intensidad y en poco tiempo.

La frecuencia y la modalidad de la onda también son importantes. Una frecuencia de 3 MHz aporta más energía que una de 1MHz; como actúa a poca profundidad sus efectos se transmiten en el tejido subcutáneo y facial superficial. Esta característica la hace adecuada para el trabajo estético. La frecuencia de 1 MHz se utiliza en el campo de la fisioterapia porque actúa a mayor profundidad focalizando sus efectos en planos musculares.

También se utilizan los ultrasonidos para incorporar sustancias a través de la piel. Esta técnica se llama sonoforesis y consiste en introducir moléculas completas que una vez en el interior se desdoblan en los tejidos diana por medio de procesos químicos naturales.

Resumiendo podemos decir que las principales acciones de los ultrasonidos en el tejido humano vivo son:

Acción hiperemiante: conduce a la vasodilatación, contribuyendo así a la mejor irrigación de la zona irradiada.
Acción espasmolítica: actúa por aumento de vasodilatación en espasmos vasculares y sobre los filetes nerviosos del sistema neurovegetativo inhibiendo el sistema predominante.
Acción anti-edematosa: por aumento de la irrigación sanguínea y por la dilatación de las vías linfáticas permite una mejor resolución de los edemas, también se produce una intensificación de la actividad celular local y un aumento de la permeabilidad de las membranas celulares.
Acción analgésica: por una parte, actúa sobre los filetes nerviosos responsables del tonismo muscular y por otro, facilita la eliminación de los irritantes tisulares.

Los ultrasonidos están indicados para:

Adiposidad localizada
Celulitis
Reabsorción de edemas postquirúrgicos y traumáticos
Hematomas post-lipoaspiración
Hidrolipoclasia
Procesos fibróticos
Estrías
Acné vulgar
Debilidad capilar
Cicatrices
Adherencias post-quirúrgicas
Edemas post-implantes
Telangiectasias
Neuritis y neuralgias
Sinusitis
Tendinitis superficiales

Los ultrasonidos están contraindicados para pacientes con marcapasos, con cardiopatías, con cáncer; para embarazadas; para tratamientos del globo ocular, infecciones, tromboflebitis y várices, zona lumbar en el período menstrual, pérdida de sensibilidad. No se deben aplicar ultrasonidos sobre heridas abiertas, corazón, implantes metálicos, placas epifisiarias.

 Bibliografía:

– Fisioterapeutas. Servicio de Salud de Castilla y León, Vol. IV, Juan Carlos León, Diana Gálvez y Miguel Arcas, Editorial Mad

– Manual US3, CEC

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