La piel grasa es un biotipo cutáneo en el cual las glándulas sebáceas secretan sebo en exceso debido a un estímulo hormonal, trayendo como consecuencia una serie de inconvenientes que le son propios.
Hablar de piel grasa implica hablar de la unidad pilosebácea la cual está conformada por la glándula sebácea (ubicada en la dermis media) y el folículo piloso. Toda la superficie de la piel, con la excepción de las palmas y plantas, posee orificios foliculares por los que se excreta el sebo. La zona con mayor capacidad de producción de sebo es la llamada zona T (frente, nariz y mentón) debido a la concentración de dichas glándulas. El sebo es una mezcla de lípidos (triglicéridos, ésteres de la cera, escualeno y ácidos grasos libres) que tiene como función lubricar y proteger la superficie de la piel.
La abundante producción de grasa forma sobre la superficie cutánea una emulsión de tipo agua en aceite (w/o) que le da untuosidad y brillo. A más hiperactividad de las glándulas sebáceas nos encontramos frente a una seborrea, donde la fase oleosa es tan abundante que no puede formarse la emulsión epicutánea y se observan pequeñas gotas que salen de los folículos (especialmente en la nariz). En la piel grasa la epidermis está engrosada, su capa córnea es espesa y tiene tendencia a desarrollar queratosis, acné, rosácea, eczema seborréico. Por lo general la secreción sudoral también se encuentra aumentada, con lo cual la humedad en la piel es alta. Esta excesiva humedad causa maceración, obstrucción de los poros, irritación, formación de comedones y microquistes. El manto epicutáneo se encuentra modificado, con tendencia a la alcalinidad y a la proliferación de hongos y bacterias.
Existen tres tipos de piel grasa según la proporción de sus fases acuosa y oleosa:
Piel grasa deshidratada: sebo normal y agua deficiente. Se la ve opaca, con fina descamación, áspera al tacto.
Piel grasa oleosa: sebo y agua abundantes. Se la ve brillante, untuosa al tacto.
Piel grasa sensible: sebo y agua insuficientes. El agua se evapora y la piel se torna irritable. La rosácea se asocia a este tipo de pieles.
Si tienes piel grasa, sabrás muy bien de qué te hablo y es muy probable que experimentes alguno de los siguientes síntomas:
- Estrato córneo engrosado
- Piel brillante y húmeda
- Poros dilatados
- Comedones (puntos negros)
- Tonalidad amarillenta
Cuidado cosmético de la piel grasa
Si tu piel no tiene mayor problema que el exceso de grasitud bastará con limpiar diariamente tu rostro (por la mañana y por la noche) e hidratar luego. Este tipo de piel se ensucia con facilidad porque las partículas y la polución ambiental se adhieren a la grasa presente en la superficie cutánea. Si tienes más complicaciones, como acné o deshidratación deberás usar en casa productos específicos para solucionarlas. El tea tree oil es un activo muy eficaz para desinfectar las lesiones del acné y las mascarillas de arcilla son ideales para absorber el exceso de grasa (puedes aplicarlas dos a tres veces en semana). Para hidratar te recomiendo geles o serums acuosos con principios descongestivos, o con ceramidas (se incorporan al estrato córneo «sellando» e impidiendo la evaporación de agua).
El tratamiento en el gabinete cosmetológico varía según las variantes de cada piel, pero en líneas generales el objetivo es limpiar profundamente la piel, exfoliarla, desinfectarla y equilibrar la cantidad de sebo y agua. El uso de ozonoterapia, peeling químico, microdermoabrasión y electroporación trabajan integralmente con cremas, viales y mascarillas para solucionar el problema de la piel grasa.
MÁS INFORMACIÓN: Piel seca
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